MIENTRAS
ESPERABA MI TURNO EN LA CHARCUTERÍA
Estábamos
en casi silencio aunque éramos varias personas esperando en la charcutería, la
mayoría sudábamos a pesar del aire acondicionado del súper.
En
la calle seguía siendo agosto, ese agosto pegajoso y lleno de turistas que no
dejan libre ni un centímetro de playa, que aparcan el coche de alquiler hasta
en las terrazas y mean y vomitan de madrugada en las aceras.
De
pronto, una señora sudando como un pollo a remojo, coge número y sin
encomendarse a nadie dice en voz alta:
-
Vaya un calor más enorme que hace,
madredelamorhermosooo!!!
-
Mujer, estamos en agosto –le contesta otra- esto es lo natural, ya verá “usté”
como en enero no suda tanto…
-
Claro, ya lo sé, pero yo me acuerdo
cuando el clima era normal, ahora con tanto aparato de aire acondicionado
escupiendo calor a la calle y tanta gente, parece que estemos en el desierto pero
de asfalto…están cambiando tanto las cosas que es demasiado…¿no le parece a “usté”?
-
Si señora, sí.
-
Además, hay que ver cómo están todas las
cosas de revueltas, da asco hasta de poner la televisión, no para una de
enterarse de cosas malas y desastres…y encima que no hay forma de sacar los
pies del plato con los dineros, que con tanta crisis y tanto robo y tanto
fraude y tantos ladrones, los precios no paran de subir y las pensiones “congelás”
y así no se puede, no…
-
Desde luego, es lo único que se congela por mucho calor que haga…
-
Y hay que ver, que al final todo se sabe,
eh? porque no me dirá “usté” que lo del clan Pujol no es gordo, que lo que
hacíamos la mayoría de gente que íbamos a Andorra, de toda la vida, era comprar
un radiocassette, tabaco o una cámara de fotos…pero señorseñor, esto ha sido
una cosa muy fuerte…
-
Sí señora, sí…pero ya se encargarán de taparlo como puedan, ya verá…
-
Y no hablemos de los follones que montan
en los sitios esos que llevan a zagales y zagalas para que se desmadren, se
emborrachen y casi se mueran por cuatro euros el fin de semana, que también
tienen que ver, eh?
-
Sí señora, sí…(se le escapa un suspiro) da mucha pena eso, sí, pero la culpa la
tienen los mismos de siempre…
-
Y no le digo nada de lo que dan en la
tele! Vamos que se pasan el día con los mismos aprovechaos, que venden hasta
los calzoncillos de hace treinta años, con los que cantan sin tener voz y l@s
que venden libros sin saber hacer la “o” con un canuto!
-
Eso pasa, porque hay quien compra toda esa basura…sí señora, sí…
-
Y a propósito de comprar…que número
va?...ayseñorseñor, todavía me faltan cuatro y tengo que acabar de comprar la
verdura…me van a llegar las cosas cocidas a mi casa…
-
Yo voy antes que usté, pero quiero poca cosa…
-
Yo de aquí también, porque el fiambre me
lo llevo en una pieza y lo corto en casa, que el chorizo – sobre todo- siempre
se pone lloroso…
-
Yo chorizo hace tiempo que no compro, lo he aborrecido desde que mi marido pone
la 2 y se ve en directo lo que hacen en el Congreso…
- Sí señora, sí…
Y
fue entonces, cuando la máquina de los turnos, marcó a mi número. La
dependienta me envolvió el queso, el jamón cocido (cortado muy finito) y
mortadela boloñesa.
Creo
que siguieron hablando, pero yo también tenía prisa, calor, pocos euros,
bastante mala leche, un radiocassette comprado en Andorra y –por supuesto- no
iba a comprar chorizo.
¡¡¡Feliz
calor!!!
elvira
vicente bernabéu/ 2014
foto: Playa de lo Naúfragos -ProyectoMastral
Refrescante y entretenido relato, je je. es que el super da mucho juego, un abrazo Elvira.
ResponderEliminarY lo que no se cuenta!!! jajajaja, muchas gracias, Antonio, un abrazo.
EliminarMuy ameno, cómico y buen relato, típico del contexto en el que está escrito. Muy inteligente crítica a través de un diálogo aparentemente inofensivo. Felicidades!!
ResponderEliminarEs la palabra quien tiene la palabra. Me alegro que te haya entretenido. Un abrazo y gracias por pasar.
Eliminar¡Qué cosas pasan! Y siempre te pillan en medio...Menos mal que tú de chorizos, nada, y de tarugos (¡de pan!), menos...
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